Llevaba mucho tiempo sin poder ver a Julio y compañía, porque
la verdad que tocando se prodigan poco, y no siempre lo bastante cerca de
Madrid como para acercarse. La ultima vez que los había visto en directo
databa ya del 20 de Agosto de 2004. Así que cuando me enteré que tocaban
dentro de mis fechas vacacionales, pensé que podría ir.
Al principio, no sabia donde estaba Las Heredades, y en los
primeros mapas que consulté no aparecía por ningún lado, al final, descubrí
que estaba en Alicante, a 23 Km. de la playa del Pinet, lugar donde más de un
año me he dejado caer unos días, a ponerme coloradito de sol. Como todo se
presentaba de cara, no dude en configurar mis vacaciones para estar
el día 5 en la costa alicantina y poder acercarme a Heredades. Dicho y hecho organicé todo
empaquete a mi mujer y a la niña rumbo a la playa y el día 5 me presente muy
coloradote como un giri más a ver a Julio y los Trípodes.
Como mi sentido de la orientación dentro de un coche es
similar al de rompetechos, el día definitivo no esperé mucho, justo después
de la sagrada siesta vacacional de rigor, me subí al coche para buscar in situ
como se llegaba hasta Heredades, y donde se celebraba el concierto. Después de
casi una hora para recorrer los 23 Km. y bordeando Heredades por 14 lados
diferentes, al fin conseguí dar con la localidad y localizar el escenario
dentro de los terrenos del polideportivo.
Cuando llegue, estaba probando sonido el grupo que cerraría el
concierto (ya ni me acuerdo como se llamaban) y tuve la ocasión de saludar a
todos los Trípodes que ya se encontraban allí esperando su turno de prueba, y
esperando a los pipas contratos que no llegarían hasta bastante después cuando
ya los trípodes habían descargado y montado todo (o casi todo) el equipo en el
escenario.
Después de saludar a toda la banda, y estudiar el sitio,
decidí irme, porque todavía quedaba mucho para empezar el concierto, y Julio
estaba programado para más allá de la media noche. Así que me fui a cenar con
mi mujer y mi hija hasta mas tarde.
Unas horas después, habiendo ya cenado en un restaurante
(donde por cierto estaba cenando Sara Montiel con sus hermanas y su cuñado),
volví a subir al coche para volver a Heredades. Afortunadamente, ya había
hecho esa misma tarde la inspección del terreno para saber como se iba, porque
me volví a perder y volví a emplear casi un hora en volver a recorrer esos 23
Km.
Cuando llegue era casi la media noche, y ya estaban allí el
amigo Bamberg y el club disney cartaginense encabezado por el buen amigo
Koseki-Saratogo. Después de más saludos y una cervecita, cerca de la una nos
acercamos a las primeras filas porque iba a empezar el concierto de Julio y
los Trípodes.
El concierto empezó tres veces, ya que empezaron a tocar,
mientras sonaba por los altavoces la música de ambiente, sin que desde la mesa
se coscaran de nada. Después de volver a empezar, a los pocos compases, Julio
volvió a parar el tema por problemas de sonido (o ausencia de ellos en los
monitores). Por tercera vez empezaron a tocar el Corazón de la Manzana que
esta vez llevarían hasta el final, aunque con claros síntomas de problemas
técnicos que se reflejaban en la cara y gestos de Julio. Que justo nada más
acabar el tema, se acerco a borde del escenario, para indicar, los problemas
de sonido que sufrían.
Después de saludar al publico y pedir perdón por el inicio tan
problemático de la actuación, siguieron con el concierto con dos temas más del
ultimo disco, en concreto Vidas Paralelas y el Viejo del Spray, para empezar
con el primer bloque dedicado a los temas de Asfalto, en concreto Espera en el
Cielo, con un nuevo arreglo al inicio del tema, Todos los Días y El hijo de
Limberg. Poco a poco el sonido había ido mejorando y ha estas alturas ya no
nos acordábamos ni publico ni músicos de los problemas del principio.
Así seguiría el concierto, intercalando temas del disco El
Corazón de la Manzana, con los temas de asfalto. A resaltar la versión
realizada del Déjalo Así donde el Carlos Parra toma un especial protagonismo,
en la versión acústica que hizo el Julio en solitario del Yesterday
Beatleniano, como recuerdo a que se cumplían 50 años de la masacre de Hirosyma.
Para cuando acabo el concierto ya eran casi las tres de la
mañana, así que después de despedirnos de los colegas ya solo quedaba
despedirnos de los colegas e irnos a planchar la oreja y hasta el próximo
concierto.